Testigo vivo y protagonista indiscutible de un arte que se reinventa a sí mismo constantemente, Enrique de Melchor compartió con nosotros una mañana en su casa de Madrid y nos obsequió, cordial, anécdotas, opiniones, conceptos y la mirada crítica que sólo el tiempo y la experiencia dan a las personas. Cuarenta años después de su debut profesional, este catedrático de la guitarra flamenca aún tiene mucho que decir. Por Manuel Álvarez Ugarte
Tu padre, Melchor de Marchena, fue un importante tocaor que, entre otros, acompañó al cante a figuras como Manolo Caracol o La Niña de los Peines. Es realmente él quien pone una guitarra en tus manos o tú mismo el que se acerca a ella por propio interés?
La verdad es que soy yo quien se acerca a la guitarra. Mi padre se dedicaba profesionalmente a tocar y aunque por lo general el sueño de todo padre es que su hijo siga sus pasos, él tenía plena conciencia de que el camino de la guitarra flamenca era duro. -Si quieres dedicarte a esto tienes que tocar muy bien y eso es muy difícil... decía constantemente. Además él, que se la pasaba de viaje en viaje, de pensión en pensión, lejos de la familia, sabía perfectamente que se trataba de una labor harto sacrificada para lo que se pagaba. Vamos, que de la guitarra no se vivía bien en esa época. El caso es que mientras estaba haciendo el bachiller ya tocaba un poquito y en una oportunidad en que vinimos a Madrid, porque mi padre tocaba en el tablao Los Canasteros, vi el ambiente de aquello y dije: esto es lo mío. Tenía trece años, mi padre insistió con que siguiera estudiando pero fue tal mi empeño por aprender, que tres años después ya estaba trabajando con él en el tablao.
Con 15 años debutas profesionalmente acompañando al cante y desde entonces, salvo excepciones, te consagras a esta faceta del toque flamenco con una discografía que recoge más de cien grabaciones. Decisión, destino o circunstancias?
Creo que circunstancias, porque como mi padre me enseñó a tocar para cantar y bailar y en esa época se grababa mucho, entré naturalmente en ese circuito de trabajo. He grabado prácticamente con el 90% de los cantaores, lo que hizo que durante mucho tiempo me encasillaran un poco como guitarrista acompañante. Pero la realidad era que mientras grababa con Fosforito, El Lebrijano o Mairena, yo iba haciendo mis trabajos en solitario.
Hablemos de tu etapa de formación. Quiénes además de tu padre colaboraron en ella?
Trabajando en Los Canasteros aprendí de todos los que pasaban por allí, y no sólo guitarristas. Pero fue Eugenio Jiménez ”El Nani”, en particular, quien más cosas me enseñó después de mi padre. Bueno, y cuando en el 71 empecé a girar por el mundo con Paco de Lucía aquello fue todo aprendizaje. Yo era como una esponja, a cada uno que veía hacer cosas que yo no sabía le pedía que me enseñara. Así, con el tiempo empecé a hacer mis propias músicas y a tocarlas.
Nace el Enrique de Melchor solista...
Podríamos decir que sí, ya llevaba varios años trabajando con Paco cuando acumulé material suficiente para una grabación mía. Fue curiosamente el padre de Paco quien me propuso para hacer un disco en la Philips. A él le debo de alguna forma el haber empezado a andar solo. La guitarra flamenca de Enrique de Melchor salió en 1977 y desde entonces, aunque mi actividad como acompañante al cante no cesó, cada cuatro o cinco años ve la luz un nuevo trabajo en solitario.
Un tiempo prudente para trabajar en las ideas...
Pues sí, hacer música solo y con el objetivo de que el próximo trabajo aporte algo nuevo a lo ya hecho, al menos para mí, resulta muy trabajoso. Pienso que reunir el material, tocarlo, trabajarlo y revisarlo lleva un tiempo aproximado de entre tres y cinco años.
De qué proyectos te sientes orgulloso por haber participado y cuáles están aún en el tintero?
Mi mayor orgullo es el haber participado en grabaciones de tantos cantaores importantes. Y poco más; pienso que en adelante lo que más ilusión me hace tiene que ver con tocar más solo y mi música. Que el reconocimiento venga por el lado de los guitarristas.
Qué opinión te merece el panorama de los jóvenes guitarristas flamencos?
El panorama es impresionante, está lleno de guitarristas jóvenes con un talento y una formación tremenda. Preferiría no darte nombres por si se me olvida alguno y sin querer ofendo a alguien, pero creo que la actualidad en materia de guitarra flamenca está a muy buen resguardo en sus manos. A veces, no obstante, en algunos casos veo que la dirección que toman en su forma de hacer el flamenco no es, en mi opinión, la más apropiada para el género. Ya sabes como es esto... sobre criterios y gustos no hay nada escrito.
Háblanos de tu preparación técnica.
La preparación para tocar solo, en mi opinión, es mucho más relajada que la que supone tocar para el cante. Cuando estás solo eres realmente libre, si los dedos te van bien ese día tocas más rápido, si no, más lento, pones la cejilla donde quieres, etc. Con los cantaores nunca se sabe por dónde. Un día viene uno y te dice: -ponla por soleá en el seis. Y la guitarra se te queda muy pequeñita. Otro te dice: -yo canto al aire en tono de La, que en la guitarra suena feísimo. Además unos quieren muy rápido, otros muy lento, hay que adaptarse constantemente, no te puedes relajar nunca. Tocando sólo hay menos sorpresas, por eso disfruto tanto, realmente me relaja. En cuanto a la preparación, dependiendo del día, lo normal es que por las mañanas coja la guitarra y estudie dos horas como mínimo. Es necesario, al menos para mí, para mantener la técnica bien. Pero también puede ocurrir que en determinadas situaciones en vez de dos sean cuatro las horas que echo a la práctica.
Cuéntanos algo de Raíz flamenca, tu último trabajo.
Raíz flamenca es una reedición recopilada de los tres trabajos editados por Fonomusic justo antes de que la casa desapareciera y que casi no tuvieron difusión. Agregué cuatro nuevas grabaciones y se remasterizó. En el disco colaboraron Paco de Lucía, Manzanita, Tomatito, Paco Rabal, Amancio Prada, Antonio Carmona, Tino di Geraldo y Carles Benavent entre otros. Sus intervenciones son pinceladas que dan color a un disco esencialmente de guitarra flamenca.
Déjanos conocer tu opinión en torno al estéril debate que hay sobre si existe o no un nuevo flamenco.
(Hace una pausa, se muestra dubitativo) Yo, la verdad, no sé... Lo del nuevo flamenco... Si a lo que llaman nuevo flamenco es a las nuevas voces, entonces el rótulo está equivocado. Nuevo flamenco fue lo que hace más de treinta años empezó a hacer Paco de Lucía. En su trabajo hubo algo realmente novedoso, una forma diferente de decir. Pero detrás de él, yo no he visto ni oído nada nuevo. Por ejemplo: Estrellita Morente canta magníficamente y por tangos En lo alto del cerro, y está muy bien, pero La Niña de los Peines lo cantaba hace cuarenta años por bulerías. Es cierto que detrás está su padre, que además de ser un genio tiene un criterio para la selección de los cantes como pocos. Pero si consideramos a Ketama como exponentes del nuevo flamenco... A mí que me perdonen pero aquello no me parece flamenco, y eso que todos ellos vienen de una familia flamenca por excelencia, son unos artistas enormes y tocando flamenco son impresionantes. Para mí hay un solo flamenco y es el que no olvida la tradición.
Información complementaria de interés
Enrique de Melchor con su Conde Hermanos |
Las guitarras de Enrique de Melchor
Desde los comienzos de mi vida profesional toco con guitarras de los hermanos Conde. Me gusta su sonido y las encuentro muy personales. Tengo varias, algunas de ellas tienen ya más de treinta años. Pero también tengo otras que me hacen llegar para que pruebe y a veces hasta me quedo con alguna. Por ejemplo: ahora tengo una Sanchís Carpio, de Valencia, que estoy probando y me gusta bastante, es muy confiable. Por ahí hay otras de Ramírez, de Andrés Domínguez, que a veces toco e incluso hasta me las llevo de viaje. Pero el amor verdadero lo tengo con las Conde, que son con las que grabo prácticamente todo lo que hago. La verdad es que no suelo fijarme en marcas o nombres de constructores. Las guitarras para mí son como los zapatos, la comodidad por delante. En ese sentido reconozco que la importancia que le doy a este particular es casi la misma que le otorgo al sonido (...).
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