lunes, 18 de abril de 2011

Entrevista a José Yacopi (2005)

Escribí la presente entrevista en octubre de 2005 en ocasión de un viaje a Buenos Aires. Apenas un año antes de la triste partida de Don José. Vaya como homenaje a él y a toda su familia, que tan amablemente nos recibieron aquella mañana de primavera en su taller de San Fernando.

Recién cumplidos los 90, el luthier español más importante de Latinoamérica sigue dando que hablar. En un reciente viaje a su ciudad adoptiva, tuvimos oportunidad de visitar el taller donde hace 56 años este artista de la madera dio rienda suelta al sueño de crear una tradición guitarrera al otro lado del charco. Por Manuel Álvarez Ugarte

Fernando y José Yacopi en su taller de
San Fernando (Buenos Aires)
Foto: Julio Malarino
La figura de José Yacopi es reconocida por haber contribuido, desde la Argentina, al desarrollo de una identidad nacional y latinoamericana en materia de luthería.
Aunque vasco de nacimiento, este descendiente de genoveses que paso su temprana juventud huyendo junto a su familia de las guerras europeas, primero la civil española y luego la mundial, tras haber pasado por Vitoria, Bilbao, París y Barcelona, estableció su residencia en San Fernando, un tranquilo barrio de las afueras de Buenos Aires. Allí, desde 1950, su vivienda-taller ha sido uno de los lugares más visitados por concertistas de todo el mundo. En una soleada mañana, ilusionado por nuestra visita, Don José Yacopi, lúcido, dicharachero y con su acento intacto, respondía así a nuestras preguntas.


Cómo, cuándo y en qué circunstancias establece su residencia en Buenos Aires?
Mi padre, que era genovés, vino a Buenos Aires mucho antes de que yo fuera siquiera un proyecto en su vida. Aquí vivió quince años, se casó y tuvo dos hijos, mis hermanos. Por circunstancias personales partieron todos rumbo a España, concretamente a Vitoria. Conoces Vitoria?

Si, claro.
Bueno, pues allí nací yo. En Vitoria vivimos muy bien hasta que llegó esa maldita guerra que nos obligó a marchar, primero a Bilbao y luego a Francia. Cuando pasó todo eso y ya estábamos más o menos bien integrados en la sociedad francesa, la otra guerra volvió a obligarnos emigrar, esta vez a España. Así llegamos a Barcelona, donde pese a la crisis general que azotaba al país, nosotros conseguimos vivir dignamente. En aquel entonces mi hermano, que estaba en Argentina, comenzó a mandarnos cartas diciéndonos que por qué no íbamos todos allí. Tanto insistió que al final cruzamos el charco. 

En qué año llegan aquí?
En 1950. Mi relación con la guitarra entonces tenía que ver más con tocar que con construir. De hecho, aquí comencé dando clases. Pero enseguida mi padre, que era constructor de mandolinas, me enseñó los rudimentos básicos del oficio. Gracias a él aprendí y dí mis primeros pasos como luthier. Primero fueron mandolinas y después guitarras, aunque en el medio trabajé con tipologías variadas de cordófonos: violines, violas, chelos, contrabajos. Decidí decantarme por la guitarra para centrar mejor mis esfuerzos. A veces, hacer muchas cosas se parece bastante a no hacer nada.

Esfuerzos que por cierto han sido bien reconocidos…
Eso parece, no?

Cómo ve, con la perspectiva que dan los años y la experiencia, el panorama de constructores latinoamericanos? Cree que hay una escuela o cada país ha sabido diferenciarse?
No creo que haya una escuela. La mayoría de luthiers de América han mirado y miran constantemente a España, que es la referencia por motivos históricos. Lo que sí es cierto es que aquí, y me refiero a Buenos Aires, se ha alcanzado un muy buen nivel que situó a la guitarra latinoamericana a la par de la española. En lo personal, creo que aunque los exponentes son muy pocos, su trabajo es muy valioso. Sin embargo, como la forma de construir argentina es esencialmente la misma que la española, podemos concluir que en realidad no hay una escuela sino una referencia.

Siente que su experiencia en la construcción de otros cordófonos aportó algo a sus guitarras?
Naturalmente que si, muchísimo. Aunque saber una cosa no significa necesariamente que se pueda la otra. Por ejemplo: todo constructor de violines puede, en un principio, hacer una guitarra. A la inversa es distinto, para un guitarrero hacer un violín es mucho más complejo. Es que son tan distintos…

Cómo siente a España en el recuerdo, mantiene vínculos o amistad con la comunidad de artesanos de su país?
Me fui de Vitoria muy joven, con veintipocos, y llegué aquí con treinta y cuatro años. Mis recuerdos son claros y están bien clasificados. España duele en el recuerdo, claro que duele, pero el bálsamo, en este país maravilloso que me ha dado tanto, es mi familia, mi hijo Fernando, que está al frente del taller, y los amigos. Tengo amigos en España y en diferentes lugares del mundo, gente que es digna merecedora de mi amistad. Algunos son constructores, otros no. (Hace una pausa) A mi me gustaría no ser tan viejo, la verdad es que no pensé que fuera a vivir tanto (risas). Uno se va quedando solo… durante algún tiempo mantuvimos contacto con algunos miembros de la casa Ramírez, pero con los años se fue diluyendo. Aquí como allí, la amistad requiere de una reciprocidad que la alimente naturalmente, si no, inevitablemente desaparece poco a poco.  

Hablemos de la actualidad de la casa Yacopi y el papel que juega en ella su hijo Fernando.
(Interviene Fernando) Mi padre está actualmente supervisando todo lo que se hace en el taller, es muy exigente y no deja que se nos escape nada; pero su edad y estado de salud le impiden trabajar con el ritmo de antes. La verdad es que nos vive enseñando cosas: desde la selección del material hasta los más mínimos detalles de construcción. Llevo veinticinco años trabajando con él y no dejo de aprender. En cuanto a organización, la casa trabaja con un personal reducido en la producción en serie de las guitarras de estudio, que es distinto del que trabaja con nosotros en las de concierto. Actualmente exportamos guitarras a Japón, Estados Unidos, Arabia Saudita, Suecia, Alemania, Francia, Italia y Brasil entre otros países. La producción mensual de guitarras de estudio ronda las veinte, mientras que en las de concierto no llegamos a diez.

Con gesto cansado pero amable, Yacopi se despidió excusándose por sus achaques y lo que era prioridad en ese momento de la mañana: su almuerzo. Así, con el recuerdo lleno de sol, cruzamos el jardín de su casa en la bucólica calle de San Ginés. Afuera, un mundo y un tiempo distintos a los de su taller seguían su curso. En nuestro recuerdo, aún perfumado del aroma de maderas de su histórico rincón de trabajo, la ilusión por una segunda charla vive con intensidad de reencuentro. Desde estas páginas, queremos expresar nuestro agradecimiento a la familia Yacopi por hacer posible esta entrevista. A todos nuestros lectores, animarlos a visitar su completa e interesante página Web.   

4 comentarios:

  1. Amigo Manuel, bien ha merecido la pena recuperar este documento. Vaya por Yacopi, y por ti para que no dejes de perderte en este maravilloso mundo de la guitarra. Un abrazo

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  2. Gracias por tus comentarios, Antonio. Aquí sigo, subiendo cosas poquito a poco... Ojalá con el tiempo este espacio sea de utilidad para muchos.
    Un abrazo fuerte.
    M.

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  3. Gracias a todos los que me acompañan día a día en la Fabricación, Restauración y a todos los que nos siguen desde años!! GUITARRAS YACOPI siempre a su lado!! Fernando Yacopi
    www.yacopi.com.ar

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  4. Gracias Fernando por tu comentario y tu apoyo.
    Te invito a que me ayudes a divulgar este trabajo independiente que con mucho cariño hago desinteresadamente desde mi casa.
    Un abrazo fuerte desde Madrid.
    M.

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