viernes, 5 de agosto de 2011

Entrevista a Oscar Herrero (2005)

Con motivo del lanzamiento de su cuarta producción discográfica, Abantos, me desplacé hasta San Lorenzo de El Escorial (Madrid) para conversar con Oscar Herrero. Allí, al resguardo del monte que da nombre a la nueva placa, el brillante guitarrista manchego compartió con nosotros recuerdos, anécdotas y su permanente preocupación por la pedagogía en el campo flamenco. Veinte años después de su debut profesional, este trabajador incansable vuelve a ser noticia. Por Manuel Álvarez Ugarte
  
Cada vez que debo entrevistar a alguien a quien no conozco personalmente me inquieta, en la etapa de documentación y preparación de las preguntas, pensar que el entrevistado pudiera considerar poco interesante el tema de conversación. Aunque es posible que la mayoría de ellos sean buenos disimuladores –hasta ahora nunca nadie me ha hecho sentir incómodo-, lo cierto es que, en general, a casi todos les gusta hablar, sin tapujos y sin miedo a aburrir, sobre lo que hacen. Pero también es verdad que no siempre nuestros interlocutores son portadores de una calidez humana como la de Oscar Herrero. Hablar con él es un verdadero placer, cualquiera diría que el personaje famoso está de gira y el que conversa con nosotros es su versión cotidiana, el otro yo, del artista que muchos admiran y respetan.

Cuéntanos cómo fue tu etapa de formación.
Nací en Tomelloso, provincia de Ciudad Real, que al igual que Valdepeñas es una zona con mucha afición al flamenco. Desde que tengo memoria en casa de mi familia se escucha la guitarra. Mi padre, pese a que se dedicaba profesionalmente a otra cosa, era un muy buen aficionado a la guitarra flamenca. Con nueve años me integró a una rondalla que él dirigía. Así empecé a tocar, pero no la guitarra si no el laúd. Ésos fueron mis verdaderos primeros pasos con las cuerdas, tocando con plectro música del repertorio folclórico español. Simultáneamente tocaba, pero con guitarra, en un grupo folclórico manchego. Poco a poco me va entrando el gusanillo con la guitarra, de la que descubro tiene más posibilidades que el laúd y en particular con el flamenco, que aprendo poco a poco bajo la tutela de mi padre. Cuando él advierte en mí aptitudes, decide ponerme en manos de un verdadero profesor: Juan González “Triguito”, un guitarrista profesional sevillano que trabajaba en un tablao que existía entonces en Madrid, el Zambra, donde cantaban, entre otros, Enrique Morente. Comienzan así, a mis catorce años, los primeros viajes a Madrid, que en un principio eran algunos fines de semana -ya que estaba estudiando- hasta que un verano me quedo tres meses dando clases de forma continuada. Creo que es entonces cuando se producen, con la guitarra, mis avances más significativos. La escuela que aprendo de éste hombre es la de Ramón Montoya, Niño Ricardo y Sabicas. Después de esto tengo la suerte de conocer a un guitarrista Japonés, Iwao Sakai, conocido como “Enrique”, que trabajaba en el tablado Las cuevas de Nemesio. Con él completé mi formación trabajando en lo que se conocía como la escuela moderna del toque flamenco, al menos en esa época: Paco de Lucía, Mario Escudero, Esteban de Sanlúcar, Serranito, Manolo Sanlúcar, etc. Casi te diría que en ese punto mi formación estaba completada. No obstante, después de aquello, ya con diecinueve, vengo a vivir a Madrid. Aquí conozco a Enrique de Melchor y a Serranito. Se da la casualidad de que los dos me invitan a trabajar en sus respectivos grupos.

Vaya una escuela de perfeccionamiento…   
Pues sí, fue impresionante. Con ellos estuve durante años trabajando en concierto, fue algo francamente inolvidable y muy valioso para mi formación. Un verdadero privilegio. Recuerdo una vez en que se dio la casualidad de compartir concierto. Me subí al escenario primero con uno y luego con el otro (risas).

Oscar Herrero sobre el escenario
de uno de los tantos tablaos
madrileños en los que trabajó.
Qué siguió después?
Bueno, en esa época yo tocaba principalmente en peñas flamencas como acompañante, más al cante que al baile. En aquel momento me contrataron de Las cuevas de Nemesio para acompañar al cantaor Paco Toronjo durante una temporada. Al terminar cada noche, cuando cerraban sus puertas, llegaban artistas de otros tablaos de Madrid y se montaban allí unas juergas alucinantes, de un vuelo y una creatividad sin igual. Es curioso, también recuerdo aquellos momentos como parte importante de mi formación.

Tu labor como investigador en el campo pedagógico te sitúa a la cabeza de los que se han aproximado al mundo de la guitarra flamenca razonada. Cómo y cuándo comienza ese trabajo?
Para serte sincero, este proceso comienza a dar vueltas en mi cabeza siendo yo un principiante. Cuando era pequeño mi padre tenía en casa algunos alumnos a los que atendía en sus horas libres. A veces, cuando venía a comer al mediodía me decía: “-Yo ahora tengo que volver al trabajo, pero tú apréndete este acorde y esta falseta, que a las seis viene fulano y mientras yo llego se lo vas enseñando”. Así, sin darme cuenta, desde muy temprano, mientras aprendía, tuve contacto con la experiencia de enseñar. Sin duda eso me marcó y me ayudó mucho a la hora de razonar todo lo relacionado con los mecanismos y la escritura. Luego, andando el tiempo y ya ejerciendo como profesional en mi faceta docente, me encontré con que no podía responder a ciertas preguntas que me hacían algunos alumnos. Por ejemplo: muchas veces me veían tocar cosas que ni yo mismo sabía como las hacía, lo que me obligaba a observarlas y encontrar una explicación lógica. Naturalmente, aunque siempre encontraba la respuesta, recién podía dárselas a la clase siguiente. Tiempo después, en una gira de conciertos que me hace recalar en Cannes (Francia) conozco al guitarrista galo Claude Worms. Él es todo un pionero en el tema pedagógico y didáctico. Conversando sobre lo que cada uno tenía en mente llegamos a la idea de escribir en colaboración un tratado para la guitarra flamenca. Luego hablamos con una editorial de París, que aceptó la idea y fue publicando uno a uno los cuatro volúmenes de que se compone. Actualmente estamos trabajando en el quinto, que centra su atención en las bulerías. Después, un alumno mío, Pepe Vargas, quien trabajaba en la editorial RGB, propone a sus jefes la idea de producir una serie videográfica dedicada a la guitarra flamenca haciendo hincapié en que su maestro (o sea, yo) era posiblemente la persona más indicada. Así, una vez llegamos a un acuerdo con la editorial, comienzo a trabajar en clasificar y ordenar el método. Con Pepe (Vargas) escribimos el guión y me puse manos a la obra. Hasta la fecha, la serie se compone de nueve DVD con sus respectivos libros.

Todo un trabajo…
La verdad, sí. Ahora que ya tomé cierta distancia puedo verlo, ha sido un trabajo enorme. Este esfuerzo y la experiencia me motivaron a crear mi propia editorial, Acordes Concert, a través de la cual, pasado un tiempo, comencé a publicar mis otros libros: 21 Estudios para guitarra flamenca, nivel elemental; 24 Estudios para guitarra flamenca, nivel medio; Alberto Vélez, memoria de la guitarra flamenca, entre otros, escritos también por amigos como Manolo Yglesias o Lola Fernández.   

Tu faceta como compositor y ejecutante solista llega antes o después de haber curtido tablados?
Siempre me dio vueltas a la cabeza la idea de ser concertista de guitarra y desde muy jovencito empiezo a componer mis propios temas. En una gira con un ballet flamenco que me tuvo seis meses fuera, me lesiono seriamente y tengo que dejar de tocar a causa de una tendinitis. Ya de regreso en Madrid, durante dos años me la paso de médico en médico, masajistas, etc. Este problema retrasa un plan que tenía justamente para el final de aquella gira: grabar mi primer disco en solitario. Como tengo claro que no quiero grabar en malas condiciones no me queda más remedio que esperar más de dos años, por cierto larguísimos, a recuperarme del todo. Dos operaciones primero y todo un tratamiento de rehabilitación después, en 1995 sale mi primer disco, Torrente, al que siguen un homenaje a Falla, Brindis de guitarras, junto al guitarrista canario Carlos Oramas; Hechizo y ahora, el doble CD: Abantos.   

En tu constante viajar por el mundo has tenido la posibilidad de llevar el flamenco a lugares tan diversos como Islandia, Rusia, Argentina, Polonia, Jordania, Egipto, Brasil, Australia, Uruguay, Chile, Canadá y así un largo etcétera. Qué percepción del flamenco como lenguaje comunicativo crees que hay en el extranjero, en qué país de los que has visitado se vive con más intensidad?
El lenguaje de la música es, sin duda, el más universal de todos. En ese sentido, tú puedes entender o no lo que es una soleá y eso no te impedirá, si te gusta, disfrutarla. De hecho, a mi me ocurre cuando escucho músicas de las que conozco “formalmente” poco, como la bossa nova, el jazz, etc. El flamenco es muy atractivo y especialmente fuera de España. Aquí nos cuesta verlo porque estamos más acostumbrados, pero desde luego, fuera de nuestras fronteras cobra una dimensión mágica. En los veinte años que llevo viajando por el mundo he visto de todo. Es verdad que ahora se ve mucho más flamenco por todas partes, pero hace dos décadas, cuando íbamos a tocar a Rumania o a Polonia, países en donde hay una gran cultura musical, notabas ya una atención privilegiada pero a la vez distinta de la que percibes en el público de los países árabes, donde por una cuestión de raíces es para ellos más familiar.   

Portada de Abantos (2005)
Hablemos de tu último trabajo: Abantos. Qué cosas nuevas aporta este doble CD a tu ya larga trayectoria discográfica?
La verdad es que me cuesta responder a tu pregunta. Yo intento, en la humilde medida de mis posibilidades, hacer cada vez mejor música. Los años van pasando, tus vivencias aumentan y, en mi caso, intento plasmarlas en las obras. Cuando escribo música pienso primero en mi, en satisfacer ese deseo lúdico de disfrutar con mi trabajo. Reconozco que me importa menos agradar, aunque si lo consigo la satisfacción es doble, claro. Si aporta o no algo nuevo, supongo que el tiempo lo dirá. Lo que si sé es que Abantos es un trabajo hecho con mucho cariño y desde el más intenso de los sentimientos que se puedan tener para con la música. En él tuve el privilegio, además de compartir la grabación con excelentes músicos y amigos, de tener entre mis invitados al gran Enrique Morente, lo que sin duda respalda de alguna forma mis intenciones con el flamenco.
El flamenco que hacemos hoy, cada vez con más frecuencia se toca en formaciones grupales y con diversas tipologías de instrumentos. En Abantos, junto a mi guitarra suenan la armónica de Antonio Serrano, la batería de Jorge Palomo, la voz del cantaor Basilio Villalta, el saxo de Pedro Esparza o los arreglos de cuerda de Fran Villarubia. Como soy consciente de que a muchos aficionados al flamenco no le agradan estas mezclas, decidí incluir un segundo CD con el mismo contenido pero tocado solo con guitarra, para que cada uno elija la versión que más le guste.

A qué guitarristas, flamencos o no, consideras una referencia?
Sin duda y casi te diría que por sobre todos a Paco de Lucía, quien desde chico me impactó mucho, lo mismo que Enrique de Melchor y Serranito. También, fuera del flamenco, me gustan mucho Pat Metheny; Rafael Rabello, un guitarrista brasileño maravilloso que murió muy joven, con 33 años, y del mundo más clásico, el inglés Julian Bream y el argentino Jorge Cardoso, entre otros.

Con qué guitarras tocas y con cuáles has tocado?
Mi primera guitarra fue una que compró mi padre en una tienda del pueblo. Cuando empecé a estudiar seriamente él mismo me regaló una Conde Hermanos, que aún conservo y con la que toqué durante años, grabé mi primer disco y algunos de los DVD didácticos. En el medio toqué un poco con una Arturo Sanzano y actualmente tengo una flamenca de los Hermanos Conde de la línea más alta, concretamente, el modelo Felipe V.

Cuéntanos cuáles son los proyectos inmediatos.
A priori, presentar el disco nuevo, que no es poca cosa. Después me abocaré a la edición de un trabajo de guitarra sola que ya tengo grabado y que está dedicado a la obra de Ramón Montoya. Mientras tanto, en mi cabeza siguen dando vueltas un montón de ideas sobre el tema didáctico que poco a poco, espero, vayan viendo la luz.

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